Diversidad de pájaros juegan desordenados entre los
tantos inertes y fríos cables de la red del alumbrado público de la solitaria
estación de tren de un Buenos Aires gris y húmedo de las dieciocho horas y
veintitrés minutos de un día de otoño silencioso y ajetreado que reposa
melancólico bajo la insistente esperanza de volverte a ver.
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