viernes, 18 de enero de 2013

así como es


A la tarde, después de despertarme de la siesta desesperada de calor, envuelta en sudor y con los pelos parados, me siento en la mesa del comedor a tomar unos mates que ya mi mamá comenzó. Abro la puerta de la calle, y la puerta del patio. El ventilador está prendido y apunta directo a mi abuela. Aun así, ella se queja: qué calor Tamarita. Llega de forma escalandosa el sonido de la tele que mira mi tío, estupefacto. ¿Estará sordo? pienso. Espío la pantalla, y la cara de Paul Newman me atrapa por unos segundos. Me siento en la silla antigua de cuero, y el cuerpo me duele. No tengo ganas de hacer nada. Empieza a correr un poquito de aire entre las puertas abiertas, y lo agradezco. Las calles de Chivilcoy están todavía vacías, y hoy se murieron dos ciudadanos. Pero eso no tiene nada que ver con el calor. La gata está durmiendo arriba de la mesa, y si bien a mi abuela no le gusta, no dice nada. Yo le pregunto cosas de su juventud. Y ella me cuenta. Sus ojitos parecen los de un bebé. Y sus manos, aunque estén arrugadas, también. Casi puedo contar todas la venas que recorren muñeca, palma y dedos. Aun así son hermosas. Ella se las mira con melancolía. Entonces agarro los esmaltes y se las pinto bien bonitas, después de limarlas un poco. Ahora se las mira con un poco más de alegría. Me cuenta que, de joven, tenía un vestido hermoso celeste, pintado con rayas. Y que pasaba en bicicleta por el barrio y ya a los 15 años, arrastraba pretendientes. Se casó a los 17 con mi abuelo Lito, y al año siguiente tuvo su primer hijo, el cual murió a los 7 años de edad. Recuerdo a mi mamá decir que su infancia fue horrible por el sufrimiento y las quejas de mi abuela debido a la terrible pérdida. Mi abuela era bonita, y yo puedo decir que es verdad, a pesar de que ya tenga 65 años más. La observo sin que se de cuenta, e intuyo que desde hace algunos años, la vida le pasa en el entorno, y ella observa sin participar. Intento descubrir en qué piensa, pero soy incapaz de descubrirlo. Entonces a veces le pregunto. Nada, me contesta. ¿Nada? pregunto yo sorprendida. Nada, vuelve a decir. Yo creo que es mentira, creo que guarda en secreto pensamientos que la gente de hoy, no puede entender. Así como ella ya no puede entender, los pensamientos que nosotros hoy, charlamos en continuidad.