domingo, 22 de abril de 2012

Domingodíalibreenfamilia



Debo de ser una de las pocas que hoy, domingo, no está de resaca, o con la familia y/o domingueando por ahí.
La verdad es que en el trabajo se empeñan en dejarme bien cansadita, para robarme las ganas de hacer algo en mi día libre. (Que justamente es domingo: no recuerdo cuándo fue el último domingo que tuve libre). 

Lo único que quiero es disfrutar de mi cama, mis harapos (nunca tengo pijama, lo cierto es que acabo de percatarme de que soy enemiga de ellos) y mi mate (SI! Mi mate... ¡qué ganas!). Mi ventana hoy me muestra un cielo límpido (después de varios días de una lluvia indecisa), y me acerca débiles sonidos de las calles domingueras de Londres, los pajaritos agradeciendo los primeros signos de primavera (aunque la primavera haya empezado hace ya un mes) y alguna bocina impaciente. No se exactamente de dónde, pero el olor a comida casera invade mi habitación. Y eso me provoca nostalgia, porque yo hoy no tengo comida casera. La verdad es que ni siquiera tengo comida, porque no fui al supermercado. Hoy es veintinueve, vamos a comer ñoquis a la casa de la abuela Lila, es lo que retumba en mi cabeza... y me hace doler (aunque los hiciera demasiado blanditos y el tuco con mucho aceite).

Tengo un bollo de ropa a mi lado. Hace varias semanas aprehendí la costumbre de desnudarme a la noche y dejar la ropa tirada en la alfombra. Merezco descansar... ya ordenaré mañana es lo que pienso continuamente. Y la verdad es que mañana me maldigo por no haber ordenado ayer, y así sucesivamente lucho conmigo misma. Una lucha de pensamientos, nada más. Bien poderosa. De esas traumáticas, porque ¿yo soy la que quiere ordenar mañana, o la que quiere ordenar ayer? Y nunca me decido.

Y todo me lleva a reflexiones que no quiero tener. Hace bastante tiempo que vengo amasando la idea de que la vida me robó la capacidad de relajarme. Últimamente es una idea que me abruma bastante más. Vivo apurada desde que trabajo y estudio al mismo tiempo, y hoy, domingo, día libre, vivo con prisas también, aunque no tenga horarios.

Melevantopongoelaguaymientrassecalientapongoropaalavarmientrasselavamebañomientrasmebañomelavolosdientes.

Me acostumbré a la vida con prisas, entonces es muy difícil vivir un día sin prisas, aunque no haya prisas. Y eso me trauma. La vida es mecánica, no orgánica; somos máquinas, no personas, pienso. Yo creo que es terrorífico, y más terrorífico aún, es pensar que yo misma formo parte de eso.
Cuando no quiero (que ya es el detonante).
Cuando claramente no quiero, y soy consciente de ello.
Son reflexiones que no quiero tener, porque la conclusión es que no tengo solución. O quizás la tengo y no estoy preparada para afrontarla. La verdad es que creo que la tengo y me da miedo afrontarla.
¿En qué quedamos?
Terminodeescribirmecebounmatemientrasmelotomopongolasegundatantaenellavarropasmientrasselavatiendolaprimeramientrastiendomecebootromatemientraslotomotebuscoyteespero.