miércoles, 12 de agosto de 2015

encandilada

Siempre fuimos dos ancianos, melancólicos pensantes en el pasado. Siempre nos encontrábamos serenos, mirándonos a los ojos cuando la radio nos hacía sonreír. En aquellas tardes de primavera en que nos recostábamos a la sombra, con los cabellos mojados de río. Siempre fuimos dos ancianos que nos sentábamos a contemplar la vida, a dejar de entender ninguna generación. Que regaban las plantitas al atardecer, después de una tranquila siesta.
Siempre inmersos en la luz tenue de las siete de la tarde, cocinando lentamente algo rico para cenar.
Siempre vivimos cien años de soledad, entre un mate y otro.
Siempre fuimos.
Nunca jamás seremos.
Somos cualquier otra cosa. Nada que se le parezca.
Quizás una brillante imaginación.