jueves, 26 de julio de 2012

Me huele

























Por las calles olía a infancia tardía
a una adolescencia temprana
A primeros encuentros
y a los desencuentros
A mi primer amor
y a mi primer amigo
y al primer corazón roto
y también quizás al último

Olía a sangre derramada en un alma pura
y a las flores frescas de la primavera
que llegan con toda la humildad
del amor más sincero
Olía a madres de hijos
que piensan no necesitar a sus madres
A olvidos y a amistades abandonadas
perdidas en algún lugar del alma

Las calles olían a sensaciones que fueron enormes
y ahora descansan pequeñas, en algún rincón lejano
de un pasado cercano
A rejas oxidadas de ventanas cerradas
y a siesta y a paella
y al tinto veraniego aguado con hielo
Olía al cuero de un balón, caliente del sol
olvidado en la quietud de la plaza

Las calles olían a sandalias y perfumes baratos
y a cabellos mojados al viento
olían a sal de mar y a sal de mesa
echada en una ensalada fresca
a vos y yo (mezclados) en la madurez del hoy
y también en la juventud del ayer
olía a la acogida de una segunda madre
y a la de un primer padre

Las calles de Palma de Mallorca huelen a vejez
y a olvido
y a la melancolía que se me forma
al sentir que algo se ha perdido
en las calles de ese lugar
que huelen a muchas cosas.

martes, 3 de julio de 2012

Al personal que proceda



Al señor que diseña los asientos en la compañía Megabus,

Desde mi humilde opinión como viajera, posición desde la cual mi parecer a usted debiera interesarle, me encantaría hacerle saber alguno de mis pensamientos. De hecho, no sólo me encantaría, sino que se me hace imposible de evitar.
A usted cuando una compañía le encarga el diseño de un asiento, le explica las características del autobús, el espacio con el cuenta, a qué tipo de viajero se enfrenta, los servicios que da la compañía, y supongo que un etcétera. Pero comencemos por estos, que son los que me interesan.
Megabus, compañía de autobuses que da servicio de bajo coste de viajes de larga distancia a nivel europeo y en EEUU (entiéndase viajes largos, como por ejemplo, de nueve horas) tiene como clientes habituales estudiantes y jóvenes licenciados en paro o a veces con un sueldo mínimo (es decir gente jodida económicamente). Dispone de trece metros de largo y seis de ancho (libres, es decir, disponibles solamente para los asientos) en los que debe colocar quince filas de cuatro asientos cada una (se sobrentiende que debe haber un pasillo, por el cual moverse a través del colectivo). Y si no se sobrentiende, sépalo.
Imagino que ustedes tendrán modelos, ya diseñados. Entiendo, pero ¿en qué momento se diseñaron tan erróneamente, esos asientos? Entiendo que los hizo un gran hijo de puta, que se acababa de levantar, de muy mala onda, y dijo “así está bien”. Y todos los hijos de puta que vinieron detrás ni siquiera se plantearon cuestionarse si dichos asientos se podían o no mejorar. Porque “el señor mala onda, aunque de mala onda, es muy bueno”. Y así, sesenta años después, la gente hace largos recorridos en autobuses de asientos incómodos, cuando podrían ser muy cómodos.
Quiero ofrecerles mi consejo. Es muy humilde, pero no tardarán mucho en leerlo. Incluso creo que tampoco tardarán mucho en cuestionarse si los asientos que tienen son o no son realmente mejorables.
En primer lugar, sus asientos son reclinables. Perfecto. Me parece perfecto. En viajes de largo recorrido la gente duerme, y necesita relajarse, por ende, es un acierto enorme que el asiento se incline hacia atrás. Pero podrán ustedes notar, que cuando uno reclina el asiento, el dicho se mueve hacia atrás, cinco grados. Digámoslo claramente: nada. Se podría incluso decir que los asientos no son reclinables. A mi, me parece que la diferencia de coste entre fabricar una rosca que recline el asiento cuarenta grados hacia atrás, en lugar de cinco, es exactamente lo mismo. Si hablamos de espacio, puede que encontremos un problema, porque obviamente, detrás tenemos una persona, por tanto el asiento no puede reclinarse interminablemente. Entiendo. Pero estoy segura de que podemos encontrar un punto medio, en el cual tanto el viajero de delante como el de detrás (que no quiera reclinarse), puedan estar completamente cómodos. Ambos viajeros, de delante y de detrás, lo agradecerán.
En segundo lugar, podemos hablar de la curvatura del respaldo. Está mal hecha. Así de simple. Creo que ustedes no estudiaron la columna vertebral humana. O lo hicieron muy mal. O al fisioterapeuta o kinesiólogo (o el experto que proceda) que contrataron, no estudió nada en la universidad, se hacía siempre machetes y pasaba los exámenes sin saber de lo que hablaba. ¿por qué, la parte donde reposa la cabeza, sobresale hacia adelante, provocando que el cuello humano se curve de forma cóncava, y por tanto, nunca se relaje? ¿Por qué la parte donde reposan las lumbares es cóncava, de manera que también nuestra columna se retuerce? Si juntamos que la parte de la cabeza sobresale, y la parte de la espalda es cóncava en lugar de convexa, están ustedes, señores profesionales, empujándonos a convertirnos en bichos bolita. Entiendo que la diferencia de precio entre hacer la curvatura de una forma o hacerla de otra, es completamente nula.
En tercer lugar, el propiamente dicho asiento, es decir, donde se apoyan nalgas y muslos, está hecho para gente enana. Y miren que yo mido ciento sesenta centímetros o ciento sesenta y cinco, no más. Me cabe un cuarto de mis extremidades inferiores, de manera que el resto cuelga. Así, el borde del asiento hace presión en la parte media de mis muslos, y los pies se me acalambran porque la sangre no me circula. De esa manera se me hinchan, porque la sangre se acumula, y las zapatillas me molestan enormemente. Y las normas del autobús no dejan que me las quite. Por tanto, además de provocarme varices, me obligan a infringir.
En cuarto lugar, y creo que último, (ya que no quiero pasar la línea de lo pedante, además de que ya con estos cuatro puntos, el asiento mejora ampliamente la calidad), el material es totalmente desacertado. ¿Tapiz? Tan poco higiénico y tan jodidamente caluroso en verano... En fin. Puedo entender que en este caso, el precio juegue un papel muy importante. Y tampoco puedo aportar opciones porque desconozco. Contraten a alguien que sepa. Contraten a alguien tan apasionado por las telas, que pueda recomendar algo novedoso. Incluso podrían ser los primeros en incluir algo bueno que nunca nadie haya hecho antes. Y el mundo los conocería como “Megabus, los que innovaron en asientos después de sesenta años de estancamiento”. Y los viajeros del mundo los amarían.
Gracias, desde ya, por la lectura,
yo y miles de viajeros se lo agradeceremos.
Piénsenlo, lo que es bueno para nosotros, es bueno para ustedes. Deberían creérselo, es muy cierto.
Gracias otra vez,
atentamente


Alguien