martes, 25 de junio de 2013

un vuelo en la mano



La mano que me da de fumar. La mano que se mueve. Mi mano que muevo. Mi mano que me da caricias; la mano que te toca. La mano que te extraña, mi mano que te busca. La mano con la que juego, mi mano que me recrea. Una mano en la punta. Que puede subir, mi mano que quiere llegar. Por ahí, un ala. Mi ala que me hace volar.

miércoles, 12 de junio de 2013

Simple-mente-simple


Diversidad de pájaros juegan desordenados entre los tantos inertes y fríos cables de la red del alumbrado público de la solitaria estación de tren de un Buenos Aires gris y húmedo de las dieciocho horas y veintitrés minutos de un día de otoño silencioso y ajetreado que reposa melancólico bajo la insistente esperanza de volverte a ver.

viernes, 7 de junio de 2013

Las tejas de verano



   Ninguno de nosotros, o casi ninguno, sabía por qué sobre las dos de la tarde nadie caminaba por el barrio. Sólo algunos perros vagabundos que parecía que se quemaban las patas sobre las calles de tierra ardientes por el sol de pleno verano.
   Nuestros padres miraban la televisión, quizás la novela, y generalmente se quedaban dormidos. El volumen estaba bajito y era el único sonido de la casa. Los platos reposaban recién lavados sobre la rejilla de al lado de la batea. Los postigos casi cerrados por completo dejaban entrar algunos rayos del poderoso sol, y formaban divertidas sombras en las baldosas del suelo, que daba placer atravesar con los pies desnudos.
   Yo salía silenciosa por la puerta trasera y observaba un vecindario dormido. Olía el calor rebotando en el pasto, y sentía la presencia escondida de algunos pajaritos charlando sobre las ramas flameantes por un viento tímido.
   El que hoy es mi amigo sanguíneo se sentaba sobre una lomita de tierra entre lo que parecía ser la división de la calle y la vereda. Jugaba con el pasto, rompiendo, pensativo, hojitas frescas que arrancaba de su vera.
   Yo le daba una sonrisa desde lejos, y me sentaba ahí mismo. Nos pensábamos mutuamente, cada uno desde su lugar.
   Después vinieron las miradas cómplices, el mutuo y natural entendimiento, las cartitas dadas por terceras manos, el apoyo incondicional, el amor verdadero y una amistad interminable.