a una adolescencia
temprana
A primeros encuentros
y a los
desencuentros
A mi primer amor
y a mi primer
amigo
y al primer
corazón roto
y también quizás
al último
Olía a sangre derramada en un alma
pura
y a las flores frescas de la primavera
que llegan con
toda la humildad
del amor más
sincero
Olía a madres de hijos
que piensan no
necesitar a sus madres
A olvidos y a amistades abandonadas
perdidas en algún
lugar del alma
Las calles olían a sensaciones que
fueron enormes
y ahora descansan pequeñas, en algún
rincón lejano
de un pasado
cercano
A rejas oxidadas de ventanas cerradas
y a siesta y a paella
y al tinto veraniego aguado con hielo
Olía al cuero de un balón, caliente
del sol
olvidado en la
quietud de la plaza
Las calles olían a sandalias y
perfumes baratos
y a cabellos mojados al viento
olían a sal de mar y a sal de mesa
echada en una
ensalada fresca
a vos y yo (mezclados) en la madurez
del hoy
y también en la
juventud del ayer
olía a la acogida de una segunda madre
y a la de un
primer padre
Las calles de Palma de Mallorca huelen
a vejez
y a olvido
y a la melancolía que se me forma
al sentir que algo se ha perdido
en las calles de
ese lugar
que huelen a
muchas cosas.
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